A pesar de la gran cantidad de trabajo de los últimos días, me resisto a que el estrés de fin de año se apodere de mí. Así es que el domingo después de terminar un proyecto -gracias a la ayuda de un par de buenos amigos y colaboradores cibernautas-, nos fuimos a Fulda. ¿Dónde? A Fulda, una pequeña ciudad, perdida en el centro de Alemania y cerca de la antigua frontera que separaba a las dos alemanias en los tiempos de la Guerra Fría. Fulda es además la sede un obispado, donde hace unos siglos atrás los potentados eclesiásticos competían en opulencia con los príncipes del mundo secular. Prueba de ello son el Palacio Residencial del Príncipe–Abad con el complejo de jardines que lo rodea en pleno centro de la ciudad.Allí se pueden visitar varios salones históricos que nos muestran el estilo de vida de los nobles en el tiempo del absolutismo. En el salón de mármol, como su nombre ya hace prever, todo es enorme, partiendo por las fastuosas lámparas de cristal que se ven a lo lejos cuando uno pasea por los jardines o la pomposa decoración del salón de fiestas o la Orangerie. (Foto: Antiguo ayuntamiento de Fulda del S. XII)
Orangerie y Floravase
No muy lejos de allí se alza la imponente catedral, que si bien no es tan grande o elevada, como otras iglesias germanas, cuenta con un emplazamiento privilegiado que potencia su monumentalidad y esplendor. Si bien esta obra también fue construida durante el barroco y posee las formas que caracterizan a este estilo, su interior es bastante sobrio y acogedor si se lo compara con los templos barrocos bavaros o austriacos.
Catedral de Fulda
Fulda, cuyos orígenes se remontan a un monasterio benedictino del siglo VIII, también cuenta con un par de calles con antiguas construcciones de madera entramada, fachada pulcra y bien restaurada. Entre estas se cuentan el antiguo ayuntamiento o la torre de las brujas. Sin embargo, después de tanta impresión y para pasar el frío de cero grado del primer día de invierno de la temporada, nada mejor que sentarse en uno de los muchos cafés y pastelerías de la ciudad. La cantidad de tiendas de confites, dulces y pastelerías me pareció casi sin parangón para una ciudad tan pequeña. Quizás por eso en el mercado navideño también se alzaba la casa de Hansel y Gretel, con su tejado de chocolate y una bruja y un par de gatos que se encargaban de completar la recreación. Así con tanta delicia pasando delante nuestro, entramos en un café, que si bien era el típico café de las abuelas germanas, tenía una cantidad de pasteles, kuchenes y tortas increíbles, además de un surtido de té, café y refrescos capaces de satisfacer a los gustos más complicados y todo a precios realmente convenientes.
Orangerie y Floravase
No muy lejos de allí se alza la imponente catedral, que si bien no es tan grande o elevada, como otras iglesias germanas, cuenta con un emplazamiento privilegiado que potencia su monumentalidad y esplendor. Si bien esta obra también fue construida durante el barroco y posee las formas que caracterizan a este estilo, su interior es bastante sobrio y acogedor si se lo compara con los templos barrocos bavaros o austriacos.
Catedral de Fulda
Fulda, cuyos orígenes se remontan a un monasterio benedictino del siglo VIII, también cuenta con un par de calles con antiguas construcciones de madera entramada, fachada pulcra y bien restaurada. Entre estas se cuentan el antiguo ayuntamiento o la torre de las brujas. Sin embargo, después de tanta impresión y para pasar el frío de cero grado del primer día de invierno de la temporada, nada mejor que sentarse en uno de los muchos cafés y pastelerías de la ciudad. La cantidad de tiendas de confites, dulces y pastelerías me pareció casi sin parangón para una ciudad tan pequeña. Quizás por eso en el mercado navideño también se alzaba la casa de Hansel y Gretel, con su tejado de chocolate y una bruja y un par de gatos que se encargaban de completar la recreación. Así con tanta delicia pasando delante nuestro, entramos en un café, que si bien era el típico café de las abuelas germanas, tenía una cantidad de pasteles, kuchenes y tortas increíbles, además de un surtido de té, café y refrescos capaces de satisfacer a los gustos más complicados y todo a precios realmente convenientes.
Sin lugar a dudas, otro lugar interesante para visitar. Aunque algo que nos llamó la atención fue la cantidad de mendigos que había por las calles, una imagen que corrobora lo que los políticos se niegan a reconocer como la nueva clase baja alemana o mejor dicho los perdedores y marginados de la globalización y el desarrollo.
Más fotos de Fulda, pincha aquí
11 comments:
Vale la pena visitar esos pequenhos pueblos; siempre nos dan buenas sorpresas... acá también están apareciendo los mendigos... un abrazo desde un poco más abajo
Me interesa eso de la casa de Hansel y Gretel... la casa de la bruja a decir verdad.
Viajar solo para conocer las grandes urbes entiendo que refleja una visión limitada. En los pueblos se ven otras cosas.
Veo que por viajes no te quedas!
Yo con 6 grados , con gorro y guantes en Barcelona.
Saludos chaval.
Renè gozador,
¡Qué linda ciudad para tan horrible nombre! :D
Bear hug,
Eleu
¡¡Que bonita ciudad!! me dieron ganas de visitarla.
y esa sería una pequeña ciudad?? Con todas esas bellezas, habrá que ver qué sorpresas hay en las ciudades grandes.
También adoro viajar aunque sea cerca para visitar los pueblos de Italia, Europa en general está marcada por la historia por lo cual en cualquier parte te encuentras con un trozo de ella...
Me vinieron ganas de darme una vueltecita por allá, quizás en primavera!
Estoy de acuerdo con Mix, pero la belleza está especialmente en las ciudades pequeñas, sobre todo en Europa. Recuerdo una serie que acostumbraba a ver en televisión con mi prima la Marce, una serie Alemana sobre una clínica en la selva negra, para enamorarse de un pueblo como ese.
Salu2.
O.R.O.
lindas las fotos y que ganar de conocerla!
saludos
Había dicho que no me haría propuestas para el 2007, pero al leerte he cambiado de opinión...: me propongo ir a recorrer pueblos cercanos a Dortmund, aunque sea por el día; todos tienen su encanto, mientras más antiguos, mejor.
Bonito Fulda. :)
Hermosas construcciones, pero el origen de ella no me gustaron.
Te admiro porque siempre sabes relatar y describir tan bien que me haces ser parte de esa realidad inexistente para mí.
Acá el calor ya se hace sentir en plenitud.
Desde Valpo. con viento,
FLICKA
Felices Fiestas y un abrazo desde Buenos Aires!!!
Pancha: Exacto, a veces uno piensa que en las ciudades grandes está todo, pero en el caso de Alemania los pueblos pequeños tuvieron la suerte de no sufrir grandes daños durante las Guerras Mundiales, que destruyeron gran parte de las ciudades grandes.
Claudio: Hola Xaval. Yo creo que depende del tipo de viaje que las personas hacen. Si no vives en Europa y no tienes la posibilidad de venir seguido, creo que es natural visitar las grandes capitales, con sus grandes museos y ver la vida cosmopólita. Sin embargo, como ya hemos comentado acá, la mayoría de las principales ciudades tienden a parecerse cada vez más, al menos en su atmósfera. Los pueblos pequeños pueden recorrerse como parte de viajes más específicos, que a veces también resultan mucho más interesantes.
Kari: Bueno, si algún día vas a Hamburgo o Hannover la mayoría de los trenes va por ahí, así es que podrías aprovechar.
Mix: Tal como le comentaba a Claudio, las ciudades grandes fueron destruidas, así es que no hay muchas cosas que ver, salvo los edificios más representativos que fueron reconstruidos, aunque de todas maneras ofrecen mucho. Claro que es imposible comparar con Italia. Fulda en todo caso es una ciudad pequeña, que tuvo su esplendor en otros tiempos, pero ya pasó. Ahora con sus poco más de 60 mil habitantes no es un centro de atracción en particular. Si vienes para estos lados no tienes más que avisar.
Omar: Concuerdo contigo, pero también está el otro lado de los pueblos pequeños que no pueden financiar las restauraciones y cuyos habitantes siguen emigrando en gran número a las grandes urbes. Acá eso pasa en varias regiones. Estuve recorriendo parte de los pueblos ribereños del Rhin y llega a pesar el estado en que se encuentran algunas construcciones antiquisimas, lo mismo ocurre en el este del país.
Pía: Cuando puedas tienes que dar una vuelta por estos lados.
Irantzu: En el Ruhrgebiet no conozco mucho. Cuando estudiaba en la Universidad de Bielefeld todos los fines de semana decía que me bajaría en una de las ciudades de la región, pero al final nunca lo hice. Sin embargo, Münster y sus regiones aledañas tienes cosas interesantes. Además cerca de Iserlohn hay unas cuevas con estalactitas y estalagmitas realmente dignas de ver.
Flicka: Me alegra que sea capaz de poder llevarte parte de mi mundo hasta tu computador.
Carlos: Muchas gracias por los saludos.
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