El Ducado de Luxemburgo y su top model

En Europa todo parece estar cerca de todo. Esto se debe no sólo a las buenas conexiones de autopistas y la velocidad de algunos ferrocarriles, sino precisamente al tamaño de algunos estados. Hace unos días estuvimos en el Gran Ducado de Luxemburgo, un país con nombre noble y rimbombante, conocido en todas partes por ser uno de los más ricos del orbe, pero de tamaño ínfimo. Su extensión de este a oeste apenas llega a los 56 km., mientras que de norte a sur sólo alcanza a 82 km.



Su capital, Luxemburgo, es la actual capital cultural europea y sorprende porque allí todo parece nuevo. No importa si se trata de los modernos edificios de los grandes bancos o las nobles residencias de siglos pasados. Allí todo se ve nuevo, recién restaurado o reconstruido. Quizás por ese motivo la ciudad carece de esa atmósfera histórica del paso de los años, que caracteriza a ciudades francesas o italianas. Las fachadas, trabajadas en diferentes estilos, lucen pulcras, pero pálidas y sus balcones y áreas verdes también ofrecen poco colorido. Quizás demasiada sobriedad y recato estilístico. Todo lo contrario de las coloridas fachadas holandesas o los floridos balcones de las residencias alpinas.

Pese a esto, me sorprendió saber que en la ciudad y sus alrededores viven apenas 80 mil personas, aunque sus edificios y avenidas parecen los de una pequeña metrópoli. Quizás por su diminuto tamaño, los luxemburgueses quieren ser tomados en serio y al parecer les ha dado resultado. Su PIB medido por PPP ya supera los 60 mil dólares y se ubica junto a Noruega a la cabeza de las estadísticas de los países más ricos del mundo. Pese a esto, sus precios no me parecieron estratosféricos -algo que no se puede decir de Noruega- y por lo demás, el mayor precio de los productos que consumimos se pagó con creces con su calidad.

Otra sorpresa fue comprobar el "peso" del luxemburgués (lëtzebuergesch) entre sus habitantes, un dialecto del alemán con ciertas influencias francesas. Claro, el país se ubica en medio de las dos potencias centroeuropeas, que han marcado parte de su historia. Por este motivo, sus habitantes hablan 3 idiomas, luxemburgués, «alto» alemán y francés, el idioma del poder legislativo.

Imperdibles durante una visita a la ciudad de Luxemburgo son el Palacio Ducal (Palais Grand-Ducal), un paseo por los parques del Petrusse, un pequeño canal que cruza la ciudad y que tiene tan poca agua que quizás hasta el término canal le queda grande. Además de esto, vale la pena visitar los restos de la antigua fortaleza diseminados por toda la ciudad y especialmente los muros ubicados al lado de la Petrusse en la Plaza de la Constitución. Desde este lugar se tiene una excelente vista panorámica de la ciudad y de la Catedral de Notre Dame. Finalmente, y típico de un país eminentemente financiero, destaca el edificio del banco del estado “Staatssparkasse”, ubicado en la Place de Metz y cuya torre domina el pequeño valle donde está la ciudad. Desde ahí es posible pasear casi como un noble por el Boulevard de la Petrusse, donde hay interesantes muestras del patrimonio arquitectónico de la ciudad.

Finalmente, para todos mis amigos un vídeo con imágenes de la luxemburguesa más conocida entre la juventud alemana: Mandy Graff, una de las finalistas del concurso Germany's next top model, y que a juicio de muchos debió ser la ganadora.